sábado, 14 de noviembre de 2015

PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO



CAPITULO I
·         La justificación de la pedagogía del oprimido
·         La contradicción opresores – oprimidos, su superación
·         La situación concreta de opresión y los oprimidos
·         Nadie libera a nadie, ni nadie se libera sólo. Los hombres se liberan en comunión

Paulo Freire sustenta una pedagogía basada en situaciones de la vida cotidiana en la cual  la persona cultive su aprendizaje. No se trata de una pedagogía para el oprimido, por el contrario, de él, el sujeto debe construir su realidad a través  de las circunstancias que generan el devenir cotidiano. Los textos que el individuo construye le permiten reflexionar y analizar el mundo en que vive, pero no para adaptarse a él. 

Freire habla de una pedagogía libertadora en donde el método deja de ser instrumento del educador con el cual manipula a los educandos porque se transforman en la propia conciencia. 

En el primer capítulo se menciona algo muy importante –la superación auténtica de los opresores-oprimidos no está en el mero cambio de lugares, ni en el paso de un polo a otro, ni tampoco radica en el hecho de que los oprimidos de hoy en nombre de la liberación, pasen a ser los nuevos opresores. Sino implica dos momentos de manera progresiva: primero el tomar conciencia de la realidad en la que vive el individuo y ser oprimido ante las determinaciones de los opresores, y el segundo consiste en la iniciativa de los oprimidos paras luchar frente a los opresores y liberarse para llegar a la praxis.

CAPITULO II
      ·  La concepción “bancaria” de la educación como instrumento de opresión. Sus supuestos. Su crítica.
·  La concepción problematizadora de la educación y la liberación. Sus Supuestos.
·  La concepción bancaria y la contradicción educador – educando.
· La concepción problematizadora y la superación de la contradicción educador – educando: nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí con la medición del mundo.
·  El hombre como ser inconcluso y consciente de su inconclusión y su permanente movimiento tras la búsqueda del SER MAS.

Una característica actual de la educación es la narración y memorización excesiva que se presentan en las aulas, pero no se analiza la esencia de ello, por ejemplo: 1945 marca el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero se desconoce cómo este hecho influyó en nuestras vidas y las relaciones que establecemos en lo cotidiano, por el contrario, simplemente se retiene la fecha. Esta situación, Freire la concibe como si los alumnos fueran unos recipientes en los cuales se depositan los conocimientos, así, el maestro es un depositario y los conocimientos son los depósitos que realiza cotidianamente. La concepción bancaria de la educación pretende transformar la mente de los individuos para que se adapten mejor a las situaciones reales y así poder dominarlos con mayor facilidad. Cuando más pasivos sean, proporcionalmente se adaptarán, por lo tanto, se disminuye su creatividad, estimulan la inocencia, lo cual crea las condiciones para que los opresores surjan como sujetos generosos.
Cuando el individuo no lucha por sus intereses y su emancipación cultural y social, parece como si hubiera perdido el amor por la vida, tal necrofilia es la situación que ha predominado reiterado con la educación que se imparte en las escuelas, sin embargo la pedagogía que propone Freire es opuesta a lo anterior, sugiere que el individuo adquiera la biofilia a través del cultivo del ser, estando con el mundo y no en el mundo, lo cual se alcanza a través de la liberación, para ello se requiere que la educación deje de ser alienante y mecanicista.
La educación liberadora en el individuo tiene que ser un acto cognitivo en el que se comprenda y analice el contenido, superando la división existente entre el maestro y el alumno; dejar de lado la relación unidireccional para que la bidireccionalidad contribuya a la educación integral de ambos, puesto que los dos tienen elementos que aportar para la enseñanza, de lo contrario si se pierde el sentido axiológico mutuo, sólo se convierte en un acto memorístico específico. El papel del educador reside en la problematización del mundo próximo al oprimido, crear las condiciones apropiadas para que el aprendizaje desarrolle nuevas expectativas avanzando más allá de la “doxa” hasta alcanzar el nivel de “logos” a fin de alcanzar un carácter auténticamente reflexivo y descubrir su propia realidad, provocando nuevos desafíos hacia la autoconstrucción del mundo en que tengan participación real y directa sobre las acciones que emprenden. Lo anterior requiere de problematizar al propio hombre sin influir en su aprendizaje a través de experiencias artificiales.

CAPITULO III
·         La dialogicidad: Esencia de la educación como práctica de la libertad
·         Dialogicidad y dialogo
·         El dialogo empieza en la búsqueda del contenido programático
·         Las relaciones hombres – mundo, los “ temas generados” y el contenido programático de la educación
·         La investigación de los temas generadores y su metodología
·         La significación concientizadora de la investigación de los temas generadores
·         Los momentos de la investigación

  
El uso el diálogo como  elemento del aprendizaje  y como práctica de la libertad es indispensable ya que el hombre no se hace en el silencio, sino en la palabra, la acción y la reflexión; dialogicidad que debe establecerse entre el educador y el educando.

Es importante establecer diálogo con el pueblo, pero ello implica emplear un lenguaje similar al de las costumbres del individuo par que exista una interacción es necesario integrarse a la vida del hombre, investigar su lenguaje, su actividad y pensamiento; posteriormente, a través de la educación problematizadora estos elementos se conjugan para generar conocimiento.

Cuando se desea investigar el tema generador, se debe acudir hasta el lugar donde se encuentran los individuos que se pretenden liberar e investigar el pensamiento de ellos para no descontextualizar su trabajo, por el contrario se trata que la enseñanza se dé entre su propia realidad para evitar que sea un acto mecánico, es decir la superación y liberación del hombre no se logra con el consumir ideas que abundan entre los hombres, mas bien se trata de que el individuo las construya y sobre todo que las transforma a través de la práctica y la comunicación. 

La investigación del tema generador implica dos fases distintas; la primera se refiera a acudir hasta el lugar de los hechos para conocer cuál es la forma de pensar de los oprimidos y la segunda es aplicar el pensamiento en el aprendizaje sistemático a través de la interacción grupal entre los mismos individuos, de tal manera que la persona vaya adquiriendo conciencia de su realidad.

CAPITULO IV
La antidialogicidad y dialogicidad como matrices de teorías de acción cultural antagónicas: la primera sirve a la opresión y la segunda, a la liberación:
 La teoría de acción antidialógica y sus características:
·         La conquista
·         La división
·         La manipulación
·         La invasión cultural
 La teoría de acción dialógica y sus características:
·         La colaboración
·         La unión
·         La organización
            La síntesis cultural

El opresor hace uso de la antidialogicidad para mantener su status quo a través de diversos medios, por ello, es importante conquistar a los oprimidos con el diálogo concreto repetidamente, convirtiéndose este acto en una acción necrofilia, incluso algunos opresores hacen uso de otros instrumentos ideológicos para conseguir su conquista.
Por otra parte, los opresores buscan evitar la unión dialógica con el mismo objetivo anteriormente expuesto, en sus discursos implícitos advierten lo peligroso que podría ser mantener la "paz social" cuando a los oprimidos se les habla de los conceptos de unión, organización, entre otros. Entre sus actividades principales está el debilitarlo a través de la alienación con la idea de que se dividan entre ellos y así mantener las cosas estables. Ante sus adversarios aparecen como los únicos que pueden crear la armonía necesaria para vivir, sin embargo ésta sirve para dividir; si algún individuo decide emprender una lucha liberadora, es desacreditado, incluyéndolo en la "lista negra", evitando de esta manera la realización, antecedente obligatorio para la liberación.
Otra característica de la antidialogicidad es la manipulación que a través de la ideología busca conformar a las personas en base a sus objetivos propuestos; En ocasiones la manipulación se da a través de pactos con la desventaja para los oprimidos. De la misma forma se imponen modelos de vida burgueses que entre las masas populares encuentra terreno fértil para lograr la manipulación oculta en los discursos; sin embargo la organización como antídoto es algo absurdo.
Algunos líderes de izquierda acuden a las masas populares para exponer sus ideas, sin embargo la mayoría de las veces su lucha se centra en lograr el poder; cuando se ha logrado este objetivo, entonces se olvidan de las masas quienes lo apoyaron; otros individuos denominados líderes, únicamente "coquetean" con ambas partes, sus acciones son ambiguas y nefastas a las clases populares, puesto que sólo es un mediador entre la supremacía y ellos, sin que logre realmente la liberación ansiada por los oprimidos.
Otra característica de la antidialogicidad es la invasión cultural de que son objeto los oprimidos; éstos son sólo eso, objetos, mientras que los opresores son autores y actores del proceso; es una táctica subliminal que se emplea para la dominación y que conduce a la inautenticidad de los individuos, puesto a mayor grado de mimetización la tranquilidad de los opresores aumenta proporcionalmente, por lo tanto entre las masas populares ocurre una pérdida de valores, una transformación en su forma de hablar y se adhieren al opresor irremediablemente.
Cuando hay la invasión cultural, las relaciones padre - hijo se modifican para beneficio de los opresores quienes suponen que deben educar al pueblo, por el contrario éste debe educarse en comunión; lo que parece más cruel aún es que cuando un individuo oprimido intenta liberarse y lucha porque sus iguales lo hagan paralelamente se les clasifica negativamente; para lo opresores parece imposible escuchar las inquietudes del pueblo como si ellos no fueran capaces de pensar. Esta característica implica una visión concéntrica de la realidad.



Contraponiéndose a lo que se expuso anteriormente, aparece la colaboración como una forma de emancipación del pueblo, pero ésta no implica la existencia de un líder mesiánico, sino a través de la comunión entre él y las masas quienes interactúan y se comunican con el compromiso mutuo de luchar por la liberación, descubrir el mundo, no adaptarse a él ofreciéndose confianza mutua de tal manera que se alcance una praxis revolucionaria. Tal situación requiere de todos los participantes la humildad y el diálogo constante.
Además de colaboración, se requiere de unión para realizar un esfuerzo común que conduzca a la liberación, lo cual implica una forma de acción cultural que enseñe el qué y cómo de la adherencia a la causa revolucionaria, pero sin caer en la ideologización, sino descubrirse a sí mismo como lo que es realmente, una actividad humana, no una cosificación exacerbada.
Además de la unión, la acción dialógica requiere de la organización para evitar el dirigismo ideológico, por el contrario, es un elemento constitutivo de la acción revolucionaria, misma que implica conexión entre la acción y la práctica, audacia, radicalizar, pero no sectarizar y valentía de amar, todas estas acciones deben ser claras sin caer en la ingenuidad. Obviamente para que esta acción se realice debe estar presente la disciplina, orden, objetivos precisos, tareas que cumplir y cuentas que rendir antes sus semejantes, de ninguna manera se trata de una actividad anárquica, sino el despertar para liberarse de la opresión en que se encuentran.
La última característica de la acción dialógica es la síntesis cultural que se da simultáneamente con la investigación temática, puesto que pretende superar las acciones opuestas emprendidas por los opresores, es decir, va más allá de la inducción, por lo que se trata de la fuerza de su propia cultura como un acto creador que los reivindica con otra visión de mundo distinta a la que se les impone sin cuestionarla.





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