“Una pedagogía dialéctica debe estar abierta a la
experiencia, ser capaz de integrar su propia experiencia. Por ello requiere que
sea tejida sobre la doble trama de la experiencia y la razón, que en
consecuencia sea perfectible, progresivamente especificable y revisable en toda
ocasión” (Merani, 1980)
El papel de todo buen maestro es formular preguntas.
Vivir diseñando acertijos y dilemas que nos lleven a soñar una realidad
distinta. Los maestros somos como los agricultores que sembramos en primavera
para cosechar meses o años después.
Lo que es claro es que los cimientos de
nuestros sueños, nuestros ideales, nuestros proyectos de vida y del amor, se
construyen en buena medida durante la vida escolar.
La pregunta es el abono esencial de una
mente despierta, creativa y libre.
Por eso la televisión, los políticos y la
prensa nunca preguntan. Responden, pero no preguntan. Por eso, la escuela que
todos conocemos está llena de respuestas a preguntas que nadie sabe quién ha
hecho y que quien las hizo, no esperó a que las respondieran. Sin potentes y
poderosas motivaciones, la inteligencia se iría apagando, le faltaría la llama,
la gasolina del conocimiento. Y esto es válido tanto para la inteligencia
analítica, como para la inteligencia socio afectiva y para la inteligencia
práxica
Por todo ello, y como casi siempre suele
suceder, este libro nació de una pregunta y de una historia. La pregunta la
encontré leyendo dos libros hace algunos años y la historia se las voy a contar.
La pregunta
Los modelos pedagógicos han sido
heteroestructurantes o autoestructurantes.
Los modelos heteroestructurantes
consideran:
·
La creación del
conocimiento se realiza por fuera del salón de clase.
·
La función
esencial de la escuela es transmitir la cultura humana a las nuevas
generaciones.
·
Se privilegia el
rol del maestro
·
Estrategia
metodológica fundamental: Clase Magistral
Los enfoques autoestructurantes consideran:
·
El niño es el
centro de todo proceso educativo
·
La educación es
orientado por una dinámica interna
Por su parte, el psicólogo César Coll,
orientador esencial de la reforma educativa española. Formula cuatro parámetros esenciales para
delimitar un currículo según como el pedagogo resuelva 4 preguntas:
·
¿Qué enseñar?
·
¿Cuándo enseñar?
·
¿Cómo enseñar?
·
¿Qué, cuando, y
como evaluar?
Esas cuatro preguntas interrelacionadas permiten concretar las intenciones y las finalidades educativas: el para qué de la educación, que es la pregunta central en educación.
La tesis de Coll, aparentemente muy
sencilla, mostró pronto toda su potencia poniendo a prueba sus parámetros y
criterios para diseñar un currículo original y para pensar contenidos,
secuencias, estrategias y criterios de evaluación.
En síntesis, debemos de reconocer que el
conocimiento se construye por fuera de la escuela, pero que es reconstruido de
manera activa e interestructurada a partir del diálogo pedagógico entre el estudiante,
el saber y el docente, contando con la mediación adecuada de un maestro, que
favorezca de manera intencionada, significativa y trascendente el desarrollo
integral del estudiante. Así, postulamos un modelo que concluya que la
finalidad de la educación no puede estar centrada en el aprendizaje sino en el
desarrollo.
Para lograr el desarrollo, hoy en día,
creemos que un modelo pedagógico dialogante tendría la última palabra y, en
mayor medida, si se reconoce el carácter social y cultural de toda idea, todo
valor y toda acción.
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